Estábamos acostumbrados a que celebradas unas elecciones, todos los partidos reflejaran en sus comedias post-electorales una victoria particular, frente a sus respectivos rivales. Todos ganaban, nadie perdía. Esta vez, las cosas no fueron así. Ganó Zapatero, no hay más.
.La polarización del escenario político español entorno a PSOE y PP ha provocado la desaparición de alguna fuerza nacionalista (Partido Andalucista o la Chunta Aragonesista), la caída estrepitosa de Izquierda Unida y de ERC, y el mantenimiento, por los pelos, de alguna otra. Esto no es bueno para una democracia. Por su parte, es de agradecer la entrada en el escenario político del partido de Rosa Díez, apoyada por el diario El Mundo, que logra, a los 5 meses de vida, un escaño por Madrid.
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Una vez vistas las comparecencias públicas de los líderes pudimos ver, entre otros, a un Rajoy abatido, resultando insuficiente su subida en términos absolutos y porcentuales; a un Llamazares que, sin respaldo periodístico alguno (ni prensa ni tv ni grupo parlamentario ni nada), está forjando progresivamente la absorción de IU por parte del PSOE; a un Carod Rovira que le ha hecho el trabajo al PSC; a Íñigo Urkullo con su PNV que ya es la 2ª fuerza en el País Vasco, siendo arrebatada su hegemonía por el PSOE; y a CIU y BNG que, al menos, no pierden escaños.
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En clave andalucista, es significativa la subida del PP, aunque no es suficiente para evitar la mayoría absoluta del PSOE, desapareciendo del Parlamento el Partido Andalucista.
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Y al final de la carrera, Llamazares se va. Joan Puigcercós anuncia que deja el Gobierno de la Generalitat. Y todo parece indicar que Mariano se viene para Galicia, a apoyar a Alberto. Por cierto, hablando de albertos: ¿seguirá preguntándose Rajoy si fue acertada su decisión de apartar a Alberto Ruiz Gallardón en favor de Pizarro? Evidentemente, el PP si en el futuro quiere dar el salto a la Moncloa debe ser más que obispos y esperanzas.
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